PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE JUAN LUIS VIVES
Juan Luis Vives (1492-1540) es un
hombre de encrucijada. Por su circunstancia histórica, Vives es un hombre de
transición, está entre un siglo que muere y otro que nace. Pero la razón que
motiva este escrito y mi interés por este personaje es su gran labor en el
ámbito de la pedagogía. Ante el espectáculo de una sociedad cristiana que se
desintegra política y socialmente, su sensibilidad de intelectual cristiano
reacciona en dos sentidos: uno se expresa en la denuncia de las estructuras que
él estima viciadas y en su conveniente depuración; el otro está presidido por
una intención inequívocamente restauradora. El recurso a la pedagogía expresa
sobre todo su intención restauradora. Toda la obra de Vives está penetrada y
presidida por esta doble finalidad: crítica y pedagógica; la primera tiene un
sentido diagnóstico e instrumental; la segunda presenta un carácter sustantivo.
Obra pedagógica de vives. Finalidad y contenido
Teleología pedagógica
La primera
de las opciones que se le plantean era la del sabio puro, teorético o
contemplativo, cuya característica peculiar consiste en proponer como supuesto
que el saber tiene su finalidad en sí mismo; saber por saber. Frente a esta opción,
Vives afirma inequívocamente la finalidad práctica del saber.
El
advenimiento del cristianismo supuso una notable ampliación y enriquecimiento
del horizonte de la sabiduría, a la vez que diseñó una nueva figura del sabio.
La concepción cristiana de la sabiduría suponía la apertura hacia un Dios
personal y trascendente que comunica a los hombres una sabiduría infinitamente
superior a la humana y sobremanera excelente.
Todos estos
datos vienen a integrarse en la concepción de la sabiduría de Juan Luis Vives.
Para Vives, el fin último de la educación es Cristo;
nos enseña que todo lo hemos de referir a Cristo y todo a él se ha de
enderezar; y tres van a ser los puntos que debe meditar el hombre mientras
viva: saber bien, hablar bien y obrar bien.
Psicología pedagógica
No sólo su
obra más importante y original, el Tratado de las disciplinas, es de carácter
estrictamente pedagógico, sino que, además, su segunda obra en importancia y
valor de actualidad, el Tratado del alma, constituyen el fundamento psicológico
de su pedagogía.
La crítica
moderna coincide sustancialmente en señalar que lo más valioso y actual de la
producción de Vives es su obra psicológica y, de modo particular, el valor y
atención a la intuición (de lo particular a lo general).
El
reconocimiento y empleo consciente de la inducción como método de
investigación, aplicado especialmente a los problemas psicológicos, hacen de
Vives un verdadero precursor de la psicología actual, pudiéndosele adjudicar,
tal vez, la consideración de padre de la psicología pedagógica. Para conocer
adecuadamente el proceso de aprendizaje de la persona, Vives va a establecer lo
que denomina “el examen de ingenios”, que constituye la base de la orientación
escolar y profesional.
En tal
sentido, propone que el niño se quede en el colegio uno o dos meses para que
sean exploradas sus dotes intelectuales y morales. Propone también que los
maestros se reúnan en secreto cuatro veces al año para cambiar impresiones
acerca de las posibilidades de sus alumnos. Vive afirma que el juego y las
operaciones matemáticas son ejemplos de magníficos reactivos (hoy les
llamaríamos ‘test’) para explorar el ingenio y destaca con énfasis el papel
decisivo del docente en la educación del discente.
La
importancia que Luis Vives concede a la práctica en la adquisición de
conocimientos y de hábitos se patentiza en estas palabras: “No tanto se sabe lo
que recibimos por una callada contemplación como lo que se nos trasmite por el
ejercicio y el uso”.
Pedagogía diferencial
Los sectores
diferenciales a los que dedica especial atención son dos: la formación del
gobernante y la educación femenina.
La formación del gobernante tenía ya una
rica tradición pedagógica en los abundantes tratados sobre la educación de
príncipes. Vives no dedica un tratado especial a este tema, pero sí abundantes
observaciones y sugerencias dispersas en sus obras de carácter moral y
político-social, como la Escolta del alma, la Introducción a la sabiduría,
Sobre la concordia y discordia, etc. A todo esto hay que añadir que la
preocupación de Vives no se agota en el tradicional planteamiento de la
formación personal del gobernante, sino que apunta a una educación popular,
planeada, dirigida y realizada por una política pedagógica de largo alcance y
de moderno estilo.
La pedagogía femenina le mereció a Vives
una atención destacada. Le dedicó dos tratados: La educación de la mujer
cristiana y Los deberes del marido, aunque en su concepción del papel y la
educación de la mujer, Vives se mueve sustancialmente en la línea de la
tradición cristiana.
En síntesis,
él se propone formarla para la vida; la vida de entonces. En esta formación
entran tres ingredientes fundamentales: la virtud y las costumbres, la
preparación profesional específica de la mujer (profesional del hogar) y la
cultura.
A Vives no
le parece bien que la mujer ejerza actividades públicas, como dirigir escuelas
y hablar en público, pero sí le parece conveniente y provechoso un moderado
conocimiento de la naturaleza y de las primeras letras, que ella deberá enseñar
a sus propios hijos pequeños.
Metodología heurística y didáctica
Uno de los
saludables efectos que siguen a la profunda crisis que se producirá en la
Europa del s. XVI es la viva conciencia de la necesidad de una renovación de
los métodos de investigación y de enseñanza. Anunciando esa crisis y
preludiando esta preocupación es donde radica el mérito de Juan Luis Vives.
Si se
analiza con cierto detenimiento el contenido de la formación propuesta por
Vives, se descubre que responde a una síntesis de tres elementos: el
filológico, el científico y el filosófico-teológico, de donde se desprende que
la formación y la dialéctica son instrumentos al servicio de las disciplinas
reales.
Además del
contenido de la enseñanza, también se va a preocupar de la función docente y
las didácticas especiales.
Las tres
condiciones básicas que Vives reclama para la figura del maestro son las mismas
que se exigen hoy: competencia científica (conocimientos claros y profundos),
capacidad pedagógica (saber enseñar) y pureza de costumbres (persona de vida
normal).
De la
personalidad y la competencia del maestro espera muchas cosas: capacidad para
adaptarse y adaptar la enseñanza al nivel y al ritmo del aprendizaje del
alumnos, tacto y ponderación necesarios para la motivación y especialmente para
la administración de los premios y castigos, y el mantenimiento de la
disciplina.
Organización
pedagógica
Hay también
en el Tratado de las disciplinas un libro dedicado al estudio de una serie de
cuestiones relativas a la organización escolar y política docente. Estas
cuestiones pueden agruparse en torno a tres temas principales:
- la
escuela: emplazamiento y condiciones materiales,
-
organización interna de la escuela: régimen escolar,
- relación
de la escuela con la comunidad.
Sin entrar
en una descripción pormenorizada conviene destacar algunos puntos. Son los
relativos al planteamiento público de la enseñanza y los problemas que atañen a
la organización pública de la misma: el establecimiento racional de centros
docentes en toda la geografía del país, la preparación y selección de los
maestros, el carácter temporal de la cátedra, etcétera.
Éstos son
los cuatro pilares básicos en los que se desarrolla la propuesta pedagógica del
insigne humanista valenciano Juan Luis Vives.
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